en las sombras, donde el fin
abarca los fríos lugares,
cuando los recuerdos
escupen al rostro,
fingiendo una sonrisa.
Mala aventura, que esa sonrisa te revive
como el fuego que te inspira
a seguir en la batalla,
de la fuerza que te hace suspirar
una y otra vez
como un llamado al heroísmo
de una esperanza sólida y siempre viva.
Buena aventura,
que viva, que poco a poco morirá
la esperanza se hará añicos
como un cristal clavado en las venas,
desangrándose
escurriéndose en rojo,
y que venga a mí con furia
y empiece a atacarme
que me golpee
el que guste de patear cadáveres.
Mala aventura,
que nada sale de su boca
que pura inocencia
pura miel de sus labios
donde ilumina el camino
la verdad y el amor al prójimo
hambre de esqueletos
involuntariamente nos sentamos sobre huesos
un cadáver exquisito
del juego en que cada palabra
me hará vibrar hasta que el sonido
me absorba en un silencio profundo
el sitio tranquilo, esos ojos,
lugar donde nació mi perversión
el fino sonido de la victoria
en que triunfante, sonrió a la dicha
una ilusión que me revierta
de la buena mala aventura
en una sonata vacía
de la triste y dulce sinfonía.